El Cejas Blog

Los números cuentan.

Los números cuentan.
Colaboración #3 para La Gunilla Editores.

Más allá de la definición wikipediana que dice: “un número es una entidad abstracta que representa una cantidad”, los números no solamente cuentan cuentas, también cuentan historias, evocan recuerdos, platican anécdotas y nos llevan a elaborar conexiones mentales y emocionales.
Los números dicen mucho del gusto sus creadores, de cuando y como fueron hechos, seleccionados y acomodados; de como son procurados y mantenidos o como han sido abandonados y son poco cuidados.
La autenticidad, honestidad y estoicismo con los que nos muestran abiertamente sus historias y el paso del tiempo, de las personas, de las vivencias, de los materiales y de los estilos propios de la época en que ellos nacieron es innegable.
Uno se puede encontrar algunos viejos que mantienen solidez, entereza y pulcritud, que narran con lucidez sus años y cuentan a detalle el paso de los demás; otros simpáticos que siguen siendo funcionales aunque los achaques les hayan llegado, otros que ya tienen la mente gastada, que no recuerdan en que momento se cayó o se borró alguna parte de ellos y pasaron a significar otra cantidad u otro color. Cómo alrededor o dentro de ellos han crecido otras historias. También están los nuevos, los jóvenes y frescos, algunos hechos con prisas y sin claridad’ que, combinados con la falta de visión y compromiso de sus creadores, corren el grave riesgo de tener una vida corta (sobre todo los rotulados en vinil).
Algo interesante que he encontrado en el contar de los números es la maravillosa conexión que hacen con mi mente y mis emociones. Hay números que me refieren a algún día en especial como nacimientos y cumpleaños, a mi número de la suerte, al inicio del teléfono de alguien, a seguir secuencias numéricas como el 123 o el 246, a darle distintos significados a un mismo número; por ejemplo, no es lo mismo el 10 que aparece en esta foto, que el 10 de Maradona, que el 10 de Downing Street o que el deseado 10 rojo escrito con crayón de cera en las calificaciones.

Sex and the City in 30 minutes

Sexo en la Ciudad en 30 minutos.
Sex and the City in 30 minutes.
Colaboración #2 para La Gunilla Editores

Después del libro de “Encuentros con conocidos” donde su título bien indica que fueron encuentros, últimamente me ha gustado mucho en lugar de que me encuentren, ponerme a buscar para encontrar algo en específico. Hace unos meses encontré la palabra “love” en una sola banqueta, en un rango de 83 pasos, también encontré la palabra “park” en el parque, aquí le sumé el factor tiempo y el resultado se dio en 40 pasos y en menos de 10 minutos.

Hay pocas palabras que son tan gráficas y tan fuertes como “sex”, y sin duda una de las más buscadas.
Lo que ahora hice para este post semanal de La Gunilla fue aventurarme a buscar “sex” en mi “city” durante 30 minutos y en 2 manzanas alrededor de mi Estudio.
Con el teléfono fui tomando fotos a las letras que forman la palabra “sex” en pisos, muros, banquetas, coches, basura y demás soportes.
El ejercicio fue muy interesante; podría decir que fue un maravilloso, sensual y delicioso recorrido en búsqueda de “sex”; pasear por diferentes formas, texturas, colores, trazos, materiales…finalmente en un puesto de periódicos me encontré con estos tres elementos -“ese” “e” y “equis”- juntos la palabra completa, creo que ahí fue donde llegó el “orgasmo gráfico”, donde lo encontrado coincide con la búsqueda.

Me encamino

Colaboración #1 para blog de La Gunilla Editores

Me en camino, me encamino a escribir mi primer post.

Fuera de mi blog nunca había escrito nada, por lo que –además de nervioso- estoy muy emocionado. Esta es mi primera vez, lo que me garantiza que este post nunca se me va a olvidar, como sucede con todas las “primeras veces” de lo que sea.

En el momento en que me invitaron a colaborar me di cuenta que era mejor, en lugar de estarle “dando vueltas” a la búsqueda del tema, había que caminarlo y recorrerlo para encontrarlo. Estoy convencido que el acto de caminar es el mejor ejercicio físico, mental, emocional y espiritual; llevo dos o tres años que casi todo lo hago caminando; visito clientes, amigos, eventos o simplemente me planteó rutas a seguir. Estos andares mezclados con mi innata labor de pepenador visual me han regalado mucho, y eso es lo que quisiera compartir aquí en este mi primer post, cómo hay tantas y tantas cosas o referencias que están ahí esperando a vernos o a que nosotros nos fijemos en ellas.

Como muestra de esto incluyo una foto que tomé la semana pasada con mi teléfono. Sali de un desayuno en el Klein’s, iba caminando y nos encontramos; la vi como a 5-6 metros de mi, el color brincaba del gris de la banqueta, lo primero que observé fue un corazón amarillo y en mi mente surgió un “qué bonito se ve”, me fui acercando y sentí el golpe de la caida que evidenciaba lo que salía de su interior; el corazón había caido del cielo y se había hecho pedazos. Del “qué bonito se ve” pasé a las sensaciones amor-explosión, alguien o algo lo había detonado. Recordé “El Amor es un perro infernal” eso me llevó a mis épocas de estudiante cuando iba a los cines de CU; mi mente seguía armando historias de pasión, de desbordamiento, de poesía, volvía Bukowski, me llegaban frases e imágenes. Le tomé la foto y seguí caminando con la cabeza repleta de todo lo que produjo en mi este encuentro que continuó conmigo un par de días. Decidí volver a ver la foto y esa historia pasional desgarradora del corazón deshecho se transformo cuando roté la imagen; se apareció PacMan comiendo hacia arriba, lo que inmediatamente me hizo escuchar el “tút-túrut-tuut-tú-rut” del inicio del juego, a sentir la perilla redonda en mi mano derecha y el boton rojo de inicio en mi índice izquierdo, me transportó a principios de los 80s cuando iba con mi primo a Insurgentes casi esquina Baja California a jugarlo, enfrente del Cine de Las Américas, sin ambulantes y sin Metro Chilpancingo. Hoy decido quedarme con Pacman comiendo fantasmas y dejo a un lado las historias que mi mente evocó al encontrarse con el más allá de un simple cítrico que cayó de un árbol.

Jorge Cejudo (Cejas)